Una historia de colección

Desde nuestra más tierna infancia comenzamos a mirar con simpatía ciertos elementos que con el tiempo, quizás, marcaran nuestra vida. Muchos de nosotros recordamos aquel osito de peluche con el que dormíamos de niños, o quizás a alguna mujer se le venga a la cabeza esa muñeca que adoraba y con la que jugaba cada vez que regresaba de la escuela.

Albumes de figuritas, revistas de historietas, muñecas Barbies con sus vestidos para cada ocasión, autitos y aviones, naves y cohetes … miles de sueños e historias que aún tenemos guardadas en algún lugar de nuestros recuerdos.

Todo empieza de esa manera, como un juego, y con el tiempo se va convirtiendo en pasión. Porque claro, cuando pasamos la barrera de la infancia, en ocasiones dejamos de lado esos juguetes que tantas horas de felicidad nos dieron. Sin embargo, el afecto por ellos quedo, y en ocasiones esa hermosa historia se transforma y es así como nos volvemos a conectar, de una nueva manera, pero con la misma pasión que nos envolvió años atrás.

En este blog vamos a compartir una pasión muy especial, una verdadera historia de colección, la de los muñecos Jack. Sí, la de aquellos pequeños muñequitos que venían dentro de un chocolate y que hace casi cinco décadas acompañan los sueños de los niños, y no tan niños, que abren su chocolatín, esperando encontrar aquel muñeco que necesitaban para completar su colección.

Estas pequeñas obras de artes creadas por Felfort allá por los años sesenta, siguen manteniendo vigencia en el corazón de los argentinos. Desde Superhijitus hasta la familia Simpson, cada personaje tiene algo especial, el toque inconfundible de los sueños y las ilusiones que teníamos cuando éramos chicos y aún, algunos de nosotros, seguimos llevando en el corazón.